
Aunque aquí el inicio de la ruta aparece en Ferreira, en realidad comenzó en Cervo, el mismo punto de llegada. Simplemente fué que no sabía si me llegaría la batería para registrar todo el trayecto y sólo lo conecté a partir de la primera carretera desconocida que me encontré, que fué la LU-166 que une Ferreira do Valadouro con Viveiro. Toda esta zona posee una belleza singular, eminentemente rural y con escasa industria o servicios, básicamente todos sus habitantes se dedican a explotaciones ganaderas y agrícolas, diseminadas en pequeñas granjas a lo largo del valle ("Val") del río Ouro ("Val-do-Ouro").

Paradójicamente también es tierra fecunda de arte: poetas, dramaturgos, ceramistas, pintores... algo que a mí siempre me sorprendió, pues la concentración de artistas en la zona es bastante elevada para la poca población de la zona... ¿serán los paisajes y la tranquilidad de sus aldeas? quién sabe...

En la foto anterior podéis ver a la derecha un "curro", un cerco a donde se llevan a los caballos que viven en libertad para hacer "A Rapa das Bestas", que es una celebración tradicional en la cual los jovenes del pueblo se suben a pelo a los caballos para cortarles las crines a los caballos, un espectáculo digno de ver.
A la izquierda veis la pista de grava (más empinada de lo que ya parece) por la que subí con la Venox, algo que también fué digno de ver, sobre todo a la bajada.

Otro curro. Abajo podéis ver los susodichos caballitos en libertad, tan tranquilos a lo suyo.


A veces se me olvida que es una custom con neumáticos de carretera... bajé algo acojonadillo, pero bajé. Siempre me pasa igual, veo un camino... y tira para arriba!!. Mi Venox tiene corazón trail, como yo. El caso es que tengo una poderosa África Twin y la uso por carretera, y la Venox siempre acabo metiéndola por los montes, esto creo que tengo que hacérmelo mirar...
Repuesto de la bajada, dejo descansar un poco a la moto y aprovecho para tirar alguna fotillo y estirar las piernas.



Dejé lo marrón y me volví a lo negro, disfrutando de una excelente carretera en bajada hasta Viveiro, un pueblo precioso y muy concurrido en verano por la calidad de sus playas y sus romerías. Como ya tomé la carretera habitual para regresar a mi punto de origen, sólo me quedó hacer unos 20 km. de transición sin más interés que disfrutar de los últimos rayos de sol del día en espera de poder explorar más la zona, que no deja de sorprenderme por su belleza. A veces no es necesario irse muy lejos...