Oiga, que yo he venido aquí a hablar de mi libro
Moderador: Zorromono
Oiga, que yo he venido aquí a hablar de mi libro
Sueño con viejos portones
agotados por el paso de las horas,
abatidos por el incesante péndulo del tiempo,
hostigados por la lluvia,
el sol,
...el viento.
Puertas de palacios,
donde se herrumbran
la sustancia de los clavos,
y se pudre poco a poco la madera,
y se sueltan los tablones de su encaje,
y se esparcen sus restos por la tierra.
Desamparadas puertas
sin aldabas,
ni manillas para franquear la entrada a una casa que no es casa,
sin tejados,
sin ventanas,
sin estancias.
Dust in the wind en el radio-despertador
Cuando no quede nada,
o casi nada,
aún permanecerán los muros exteriores que,
obstinados,
querrán guardar
entre sus ladrillos
la memoria de la casa.
Cecilia en el dial
Y más tarde,
cuando el péndulo multiplique su vaivén,
nada de ti,
nada de mí,
una brisa sin aire,
nada de nadie.
Nadie soñará
con portones
azotados por el viento
castigados por el agua,
abatidos por el tiempo,
cansados de sol.
(Copyright: Zorromono)
agotados por el paso de las horas,
abatidos por el incesante péndulo del tiempo,
hostigados por la lluvia,
el sol,
...el viento.
Puertas de palacios,
donde se herrumbran
la sustancia de los clavos,
y se pudre poco a poco la madera,
y se sueltan los tablones de su encaje,
y se esparcen sus restos por la tierra.
Desamparadas puertas
sin aldabas,
ni manillas para franquear la entrada a una casa que no es casa,
sin tejados,
sin ventanas,
sin estancias.
Dust in the wind en el radio-despertador
Cuando no quede nada,
o casi nada,
aún permanecerán los muros exteriores que,
obstinados,
querrán guardar
entre sus ladrillos
la memoria de la casa.
Cecilia en el dial
Y más tarde,
cuando el péndulo multiplique su vaivén,
nada de ti,
nada de mí,
una brisa sin aire,
nada de nadie.
Nadie soñará
con portones
azotados por el viento
castigados por el agua,
abatidos por el tiempo,
cansados de sol.
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Re: Oiga, que yo he venido aquí a hablar de mi libro
que cancion mas bonitaaaaaa
Re: Oiga, que yo he venido aquí a hablar de mi libro
No es una canciónfuria escribió:que cancion mas bonitaaaaaa
- Lapida
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Re: Oiga, que yo he venido aquí a hablar de mi libro
Que maravilla de "oda"
Vssssss
Vssssss
Re: Oiga, que yo he venido aquí a hablar de mi libro
Y más tarde,
cuando el péndulo multiplique su vaivén,
nada de ti,
nada de mí,
una brisa sin aire,
nada de nadie.
¿ pero esto no lo cantaba cecilia ?
cuando el péndulo multiplique su vaivén,
nada de ti,
nada de mí,
una brisa sin aire,
nada de nadie.
¿ pero esto no lo cantaba cecilia ?
HERMES
no por tener la moto mas grande eres mas motero , y no por correr mas eres mejor
no por tener la moto mas grande eres mas motero , y no por correr mas eres mejor
Re: Oiga, que yo he venido aquí a hablar de mi libro
El jefe de los hombres moscas, el general Moscardón, parapetado detrás del atril, arenga enfurecido al auditorio. MATAMOSCAS NO, ABAJO LOS INSECTICIDAS, reza un gran cartel que ocupa toda la pared del escenario, detrás del general. Los hombres moscas escuchan atentos, en tensión, con creciente hostilidad. La voz del general planea sobre sus cabezas: no permitiremos esta masacre, tenemos que pasar a la acción, etc.
Cae la noche. Rayos de luna llena se cuelan por las ventanas y penetran en la sala. Un rumor, como de vuvuzelas, se adueña del salón de actos. Acción mutante. Cuerpos peludos, ojos rojizos multiplicados por mil, brazos transmutados en membranosas alas, el suelo liberado de la presión de las pisadas, y en el aire, ingrávidas, miles de moscas, agitadas y expectantes, enfurecidas. Al ataquerrrrrrrrr, ordenó Moscardón, justo en el momento en que, con la mosca detrás de la oreja, me desperté.
Putas moscas, así no hay quien duerma.
(Copyright: Zorromono)
Cae la noche. Rayos de luna llena se cuelan por las ventanas y penetran en la sala. Un rumor, como de vuvuzelas, se adueña del salón de actos. Acción mutante. Cuerpos peludos, ojos rojizos multiplicados por mil, brazos transmutados en membranosas alas, el suelo liberado de la presión de las pisadas, y en el aire, ingrávidas, miles de moscas, agitadas y expectantes, enfurecidas. Al ataquerrrrrrrrr, ordenó Moscardón, justo en el momento en que, con la mosca detrás de la oreja, me desperté.
Putas moscas, así no hay quien duerma.
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- jomakaar
- Venox 600cc
- Mensajes: 1260
- Registrado: Mié Ago 13, 2008 9:42 pm
- Ubicación: PSM Bahia de Cai
Re: Oiga, que yo he venido aquí a hablar de mi libro
Receta de agüela que funciona, corta un limon por la mitad y en una de las mitades pon cuatro granos de clavo (la especia, la de cocinar) clavados estrategicamente en plan rosa de los vientos en la carne del limon. Lo depositas en alguna repisa, mesita de noche, etc... y las moscas no dan por saco.
Miembro Fundador del CAI. Antes de discutir... Usa la cabeza.
Re: Oiga, que yo he venido aquí a hablar de mi libro
Demasiado complicado , Jomakaar, prefiero la paleta matamoscas de toda la vida. Es rápido y efectivo. Incluso relaja. Sin embargo la probaría para combatir a los mosquitos. Vale también??jomakaar escribió:Receta de agüela que funciona, corta un limon por la mitad y en una de las mitades pon cuatro granos de clavo (la especia, la de cocinar) clavados estrategicamente en plan rosa de los vientos en la carne del limon. Lo depositas en alguna repisa, mesita de noche, etc... y las moscas no dan por saco.
Re: Oiga, que yo he venido aquí a hablar de mi libro
Aquella tarde,
tenue,
de abril,
sin pedirme permiso,
te sentaste.
En la terraza del bar.
Borracho de vino,
y eufórico de palabras,
desenfundaste tu gastada
libreta azul
y a bocajarro
me disparaste tus mejores poemas.
Caí herido.
Casi lloré.
Alentado por tu puntería,
apretaste el gatillo a discreción
y tu voz tronó,
homérica,
sobre las cabezas de la clientela.
Nadie te hizo verdadero caso,
nadie estuvo a punto de llorar,
sólo algunas miradas de fastidio,
y el camarero casi nos echa.
Nadie, mas que un perro vagabundo,
que vino a tumbarse a nuestros pies,
y yo,
permanecimos atentos.
Toda la tarde
y otras tardes, también,
elogié el contenido de tu gastada libreta azul,
y tú, viejo poeta dolorido,
recibías, complacido,
el bálsamo de mi afecto.
Ya hace tiempo de aquello
y sin embargo tú,
viejo y dolorido poeta loco,
todavía hoy,
libreta en mano,
buscas entre los restos de aquellas tardes.
Y sin embargo yo,
cuando te veo venir,
cansado de tu cantinela,
me hago el sueco,
y huyo.
(Copyright: Zorromono)
tenue,
de abril,
sin pedirme permiso,
te sentaste.
En la terraza del bar.
Borracho de vino,
y eufórico de palabras,
desenfundaste tu gastada
libreta azul
y a bocajarro
me disparaste tus mejores poemas.
Caí herido.
Casi lloré.
Alentado por tu puntería,
apretaste el gatillo a discreción
y tu voz tronó,
homérica,
sobre las cabezas de la clientela.
Nadie te hizo verdadero caso,
nadie estuvo a punto de llorar,
sólo algunas miradas de fastidio,
y el camarero casi nos echa.
Nadie, mas que un perro vagabundo,
que vino a tumbarse a nuestros pies,
y yo,
permanecimos atentos.
Toda la tarde
y otras tardes, también,
elogié el contenido de tu gastada libreta azul,
y tú, viejo poeta dolorido,
recibías, complacido,
el bálsamo de mi afecto.
Ya hace tiempo de aquello
y sin embargo tú,
viejo y dolorido poeta loco,
todavía hoy,
libreta en mano,
buscas entre los restos de aquellas tardes.
Y sin embargo yo,
cuando te veo venir,
cansado de tu cantinela,
me hago el sueco,
y huyo.
(Copyright: Zorromono)